Coria del Río
A orillas del Guadalquivir, en Sevilla, es el último lugar donde habité.
De gran belleza, ha conservado un rico patrimonio gracias al cuidado y cariño de sus gentes.
A orillas del Guadalquivir, al sur de Sevilla, se encuentra Coria del Río. Con su privilegiada ubicación entre el Aljarafe, La Ribera y la Marisma, Coria ha sido testigo de numerosas civilizaciones que han dejado su huella.
La historia de Coria del Río se remonta al Neolítico, con hallazgos arqueológicos como hachas pulimentadas y cuchillos que atestiguan su antigua ocupación.
Durante el primer milenio antes de Cristo, los fenicios establecieron un importante puerto fluvial con factoría en Coria. Con la llegada de los romanos, el pueblo, conocido entonces como Caura Siarum, se consolidó como un núcleo urbano significativo, acuñando su propia moneda con imágenes de peces. Restos romanos, como el cipo conservado en la Ermita de la Vera-Cruz, dan fe de esta rica herencia.
En el año 885, Coria del Río sufrió una invasión normanda que arrasó la villa y diezmó su población. Posteriormente, durante la Edad Media, los árabes dominaron la región y la llamaron «Qawra». La conquista cristiana de Fernando III dejó a Coria prácticamente desolada, pero fue repoblada en tiempos de Alfonso X con familias catalanas y aragonesas.
La llegada de los Samuráis
El episodio más singular de la historia de Coria del Río comenzó en octubre de 1614, cuando la embajada japonesa de Hasekura Tsunenaga llegó a la localidad. Los miembros de la expedición que se quedaron en Coria formaron familias, y debido a la dificultad del cura local para pronunciar sus apellidos japoneses, les asignaron el apellido «Japón». Hoy, más de 600 vecinos de Coria llevan este apellido, y la cultura japonesa se entrelaza con la española en este rincón de Andalucía.
Pasear por Coria es encontrar escaparates con caligrafía japonesa y contemplar la estatua de Kasekura Tsunenaga en el Paseo de Carlos Mesa.
La escultura, rodeada de cerezos plantados por ilustres visitantes como el emperador Naruhito y el diseñador Kenzo, es un homenaje a los lazos entre Japón y Coria. Cada primavera, los corianos celebran el Hanami, la fiesta de los cerezos en flor, y en agosto, la ceremonia Toro Nagashi, en la que linternas de papel iluminadas con velas son lanzadas al Guadalquivir, guiando los espíritus al más allá.
La Semana de la Cultura Japonesa, con talleres de origami, caligrafía, y cocina nipona, muestra cómo estas raíces han florecido. Incluso el emperador de Japón dedicó un tanka a Coria, una poesía que ahora adorna el ayuntamiento.
La casa de Blas Infante
En otro cerro cercano, entre Coria del Río y Puebla del Río, se erige la «Casa de la Alegría«, la residencia del ilustre Blas Infante, el Padre de la Patria Andaluza. Construida con aire mudéjar, la casa alberga una impresionante biblioteca de 1.800 volúmenes, reflejo del sueño de Infante de una Andalucía con identidad propia. Aunque la sublevación militar de 1936 truncó sus días en este hogar, la casa ha sido preservada como Museo de la Autonomía Andaluza, conmemorando su legado.
El esturión y la gastronomía
En Coria también existe una importante tradición culinaria. En la primera mitad del siglo XX, los hermanos Ybarra fundaron una fábrica de caviar que exportaba su producto como caviar ruso. Hoy, esa fábrica es el restaurante Esturión, un elegante lugar que honra su historia. Aquí, los visitantes pueden degustar el albur en diversas preparaciones y los típicos dulces locales como los pestiños y las orejitas de Abad.
En una fusión perfecta de culturas, el emprendedor Francisco Bizcocho ha creado el Keicho Sake, una crema de sake y arroz con leche, que se exporta a todo el mundo. Este producto refleja la unión de lo japonés y lo andaluz, una comunión que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Coria del Río y Blas Infante
Después de la caída de la dictadura del General Primo de Rivera, decidí cambiar mi notaría por la de Coria del Río. Fue en este encantador pueblo a orillas del Guadalquivir donde establecí mi residencia en la Casa de la Alegría, también conocida como Dar Al Farah. Esta casa, la única propiedad que tuve en toda mi vida, se convirtió en mi refugio y en el lugar donde impulsé muchos de mis sueños para Andalucía.
Hoy en día, mi querida Casa de la Alegría es un museo y forma parte del recinto del Museo de la Autonomía de Andalucía. Este museo tiene como objetivo difundir la lucha por la autonomía andaluza, y junto a mi casa natal en Casares, es uno de los patrimonios más importantes que se conservan de mi vida y obra. Desde este lugar tan especial, promoví la transformación de los Centros Andaluces, creados en 1915. Estos centros, de los cuales fui el primer presidente en Sevilla, ayudaron a revitalizar y a impulsar el proceso estatuario durante la II República.
La cercanía a Sevilla me permitió participar activamente en la vida política de la ciudad. En 1931, me presenté de nuevo a unas elecciones, esta vez en la Candidatura Republicana Revolucionaria Federalista Andaluza. Durante esta época, tras varias propuestas, se estableció la letra y la música del Himno de Andalucía, que se estrenó unos días antes del golpe de estado.
Lamentablemente, el 2 de agosto de 1936, fui detenido por los sublevados en mi casa de Coria del Río y llevado a la Cámara Agraria, donde Falange Española de las JONS había establecido su cuartel. Pocos días después, fui trasladado al antiguo Cine Jáuregui, convertido también en una cárcel. La noche del 10 al 11 de agosto, fui sacado de allí para ser fusilado en el kilómetro 4 de la carretera Sevilla-Carmona. Al día siguiente, mi cuerpo fue trasladado al cementerio de San Fernando de Sevilla, ya que mi familia no conocía mi paradero y no pudo reclamarlo. Aún hoy, sigo enterrado en una fosa común.
En 2011, tanto el km 4 de la carretera Sevilla-Carmona como la Casa de la Alegría fueron declarados como los dos primeros Lugares de la Memoria Histórica reconocidos por la Junta de Andalucía.
Estos lugares no solo guardan mi historia, sino que también representan la lucha y los sueños de muchos andaluces por una tierra justa y libre.
¿Qué ver en Coria del Río?
Hoy te invito a conocer Coria del Río, un lugar que guarda una riqueza histórica ligada al río Guadalquivir y al cultivo del arroz. Este pueblo, donde establecí mi residencia, está lleno de historias y leyendas que lo hacen único en Andalucía.
Casa Museo Blas Infante
Mi hogar en Coria del Río, convertido hoy en museo y monumento de Bien de Interés Cultural, es un lugar donde puedes aprender sobre mi vida y mi obra. Esta casa es un reflejo de mi amor por Andalucía y mi lucha por su autonomía.
Museo de la Autonomía Andaluza
Este museo, situado en mi antigua residencia, narra el proceso que llevó a la proclamación del estatuto de autonomía de Andalucía. Es un lugar lleno de historia y cultura, con jardines preciosos y exposiciones tanto permanentes como temporales.
Parque Carlos Mesa
Pasear por el Parque Carlos Mesa te ofrece la oportunidad de disfrutar de unos maravillosos atardeceres junto al río Guadalquivir. Aquí se encuentra el monumento a Hasekura Tsunenaga, un homenaje al samurái que fundó la comunidad japonesa en Coria. Este parque es un símbolo de la unión entre nuestras culturas y un lugar perfecto para relajarse y reflexionar.
Ermita de San Juan Bautista
Desde el Cerro de San Juan, donde se alza la ermita del mismo nombre, puedes contemplar una vista impresionante del pueblo. Esta ermita alberga al Cristo de la Vera Cruz, la imagen más valiosa de Coria. Las casas blancas y los naranjos que la rodean crean un ambiente de paz y serenidad.
Iglesia de Santa María de la Estrella
La Iglesia de Santa María de la Estrella, un edificio gótico-mudéjar del siglo XIV, es otro punto de interés. Su historia está marcada por su función defensiva durante las épocas de conflicto. En su altar mayor se venera la imagen de Nuestra Señora de la Estrella, obra del insigne imaginero José Castillo Lastrucci.
Torre del Reloj
La Torre del Reloj, parte del antiguo ayuntamiento, es un lugar significativo. Aquí estuve detenido tras mi arresto en 1936. Cerca de la torre, mi casa se ha convertido en el Museo de la Autonomía Andaluza, un lugar para conocer más sobre nuestra lucha por la autonomía.
Paseo Fluvial
El paseo fluvial a lo largo del Guadalquivir es un lugar perfecto para disfrutar de la naturaleza y la historia. Desde aquí, puedes tomar una barcaza que cruza el río, acortando distancias entre Sevilla y los pueblos de la marisma. No te pierdas el monumento a los corianos represaliados y disfruta de una parada en alguno de los restaurantes frente al río, degustando una tapa de albur y una copa del sake de Coria.
El Legado Japonés
Para conocer el legado japonés de Coria, visita la Casa Museo Sendai y la Sala Temática Virginio Carvajal Japón, donde se recogen documentos e instrumentos de la colonia japonesa. Cada 15 de agosto, no te pierdas el Toro Nagashi, una ceremonia japonesa donde se liberan linternas flotantes en el río en homenaje a los antepasados.
Querido amigo, Coria del Río te espera con su rica historia, su belleza natural y su cultura única. Ven y descubre por qué este lugar es tan especial para mí y para todos los que tienen el privilegio de conocerlo.
Oficina de turismo de Coria del Río
📍C. Cervantes, 69, 41100 Coria del Río, Sevilla
📞 954 770 050
Tras los pasos de Blas Infante
Archidona
En el interior de la provincia de Málaga, estudié Bachillerato, conocí la realidad de los jornaleros andaluces y escuché la música que luego trasladé al himno de nuestra Andalucía. Aquí se forjaron mis ideales.
Cantillana
Aquí viví 13 intensos años, donde me dio tiempo a abrir mi notaría y escribir el himno de Andalucía. En este bello pueblo de Sevilla conocí a buenos amigos que me abrieron los ojos sobre el problema del campo.
Casares
Aquí nací, en Casares, pueblo blanco de entornos agrestes y naturaleza plena de montaña y mar. Todavía me veo como cualquier niño, agarrado de la mano de mi abuelo, paseando por sus calles empinadas.
Castro del Río
Con este pueblo tengo un vínculo ideológico más que físico. Proclamado como la «Capital del sindicalismo cordobés», Castro del Río influyó y afianzó aún más mi compromiso con el problema agrario.
Isla Cristina
En los límites de la provincia de Huelva, aquí pasé una estancia llena de vida, sal y luz. Alegre y vital, ciudad atlántica donde encontrar la paz de la naturaleza.
La Puebla del Río
Pueblo vecino y muy cercano a mi propia casa, donde ofrecía ayuda y asesoramiento a los jornaleros de la zona. La puerta de uno de los parajes naturales más importantes del planeta: Doñana.
Manilva
Aquí pasé veranos inolvidables, es un enclave ideal donde disfrutar de su sendero litoral y del paisaje de viñedos que miran hacia el Estrecho de Gibraltar.
Peñaflor
La localidad donde conocí el amor y tuvo lugar mi casamiento. Situado entre el Valle del Guadalquivir y Sierra Morena, un lugar ideal para el senderismo.